Tres mancha

- En mi época las mujeres no hacían ruido, sabés. Se quedaban calladas cuando uno hablaba. No como ahora que hablan y hablan, como tu mujer, que no sabe cuándo se tiene que callar, y vos no le decís nada. No sé por qué me preocupo yo. Si alguien debería preocuparse de lo que ella habla, sos vos. Y qué le vas a decir, si te lleva de un lado a otro. Pero no me preocupo porque todas las minas son así ahora, y todos los tipos son unos pollerudos, como vos. Parece que yo no te hubiera enseñado nada, hijo ¿Vos la has visto hablar a tu madre? Decime, ¿La viste... mejor dicho, la has oído hablar en alguna cena, en alguna reunión familiar? Nunca. ¿La oíste quejarse alguna vuelta? Jamás. Y no la pasábamos tan bien, aunque no era como ahora, antes no era así. No teníamos que hacer esta cola de mierda por una jubilación de miseria, con cuarenta años de aporte.

- Bueno papá, pensá en los 90, Norma Pla se llamaba ¿te acordás?

 -Ya te salto el K de adentro, pero mirá si serás pollerudo que te gusta hasta esa yegua.

- ¡Sí! ¡Y mamá mandaba a todos al carajo! Porque mamá era muy mal hablada y además le gustaba hablar, como a todas las minas, dicho sea de paso, pero es mi vieja.

 - ¡Una mina presidente! Nunca aprenden nada acá, no aprendieron ya con Isabelita; manga de ignorantes, ese es el problema, son todos ignorantes acá. A los yanquis no les pasa eso, antes que poner una mina arriba, pusieron un negro. No sé qué es peor igual. Pero acá todo viene en caída hace rato, desde Onganía, que fue el último bueno. Ahí si que andábamos bien. ¿Vos te creés que a Onganía la mujer le decía lo que tenía que hacer? No. Él era el que mandaba en la casa. Y lo mismo hacía en el país. ¿Vos te pensás que a él le iban a tomar una escuela, una universidad, como pasa ahora? Si había que sacarlos, los sacaba a bastonazos. Un presidente así necesitamos. No un tibiecito ni un pollerudo, ni una mina. Un macho, como Onganía. ¡Con el bastón bien largo!

- Papá, papá, pará un poquito ¿tomaste la pastillita que te receto el médico? estás un poquito alterado, ¿por qué no hacemos un poder y te vengo yo a cobrar la jubilación?

- Ah, los médicos, los dueños de la salud, y vos, que me querés sacar la miseria que cobro. Todo mal, todo mal, ayer a dos cuadras abrí el paraguas, dos gotas, al rato el viento me voló hasta la gorra; un paraguas con mango labrado que me vendieron como el mejor modelo italiano, una porquería; parece que me ven la cara. Y el pañuelo que me regaló tu mujer el año pasado, le sacó el color el poco sol que tenemos. Terminaré comprando en la feria que me queda a media cuadra y se van todos al carajo, como diría tu mamá. Toda esta decadencia comenzó hace un tiempo ya, hijo, con una casquivana, una actrizucha de cuarta, que parece que ahora me la tengo que bancar todos los días al pasar por la 9 de Julio porque se le ocurrió a esta yegua que tenemos por presidente - escuchá hijo, es masculino, "pre-si-dente"-. Fue cuando esa casquivana empezó a captar votos de estos ignorantes, los grasitas les llamaba ella, que la mujer empezó a votar y empezó a meterse en política -porque antes no, antes hasta las señoras bien se dedicaban a la caridad y a la beneficencia, de ahí no pasaban- y hoy, hoy, mirá, así estamos, las minas hablan hasta de fútbol y los tipos se casan con otros tipos, y el fútbol -el fútbol!- es cualquier cosa, van a jugar cincuenta equipos en primera y River se fue a la B y vuelve y el fracaso del drogadicto de Maradona y todos se drogan porque está legalizado y nadie trabaja porque les dan planes y con esta inflación que hay ya no se puede comprar nada y la luz que se corta y la nafta que falta y no se puede salir a la calle porque te matan y nadie hace nada y el paraguas que se me vuela y el pañuelo de mierda ese que ya no venden porque cerraron las importaciones y vos, y tu mujer que te tiene de un lado para el otro, como un pelotudo, hijo.

- Bueno, no empecemos de vuelta, viejo; que nos van a echar del banco y ya casi llegamos al cajero.

- Bueno, me fui por las ramas, tampoco voy a singularizar culpas, estamos todos un poco locos, porque tampoco quiero que pienses hijo que soy vinagreta, frustrado o protestón, como dicen de todos los viejos ustedes, los jóvenes eternos.

- Me gusta verte fumar cuando escribís, viejo.

- ¿Qué?

- Que me gusta verte fumar cuando escribís, viejo, cambiale las baterías al audífono. Yo creo que deberías seguir fumando en pipa, te relaja, te voy a comprar ese tabaco con sabor a chocolate, y pilas nuevas de paso. Mientras léete este cuentito, se llama "Esa mujer”.


* * Este texto es producto de Mancha Parapantalla en Facebook. En el proceso intervinieron  nuestros amigos: Enzo Vigliano, Julieta Cingolani, Leandro Ferrara, Fabio Oliveto, Mabel Godoy, Omar Musa, Tatiana Cvjetkovich, Aurelia Osorio.

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