Lecturas posibles

Una tarde te vi venir con el libro. Tenías esa cara que ponés, que te hablo y no das más, querés contarme algo. Terminé de leerlo, y te reíste. ¿Viste? Sí, vi, te dije. Bueno, es como una señal ¿no te parece? No sé. ¿Pero viste bien, no? Lo que dice acá, me insististe. Si, lo vi. Pero no sé. Me miraste de un modo que me incomodó, como si no entendiera nada. Terminé por creer que no tenían, esas palabras, el mismo significado para los dos. Yo casi ni las había advertido al leer. Tenía mis partes preferidas o frases que recordaba más. Esas que quedan resonando. Pero no las que me señalabas con tanto ímpetu ahora. No sé, por ahí era justamente eso, que eran ya mías; dignas de la misma, cómo decirlo, admiración. Pero no de sorpresa. Y vos estabas como loca. Relajate, te dije, y ahí la cagué ¿Relajate con qué?, empezaste. Yo traté de calmarte y me sacaste del orto ¿Relajate? ¿Qué me querés decir con eso? Pero, pero, intenté. Pero nada, no entendés nada vos, nunca entendés nada.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario