Soldardos

Había un agujerito en la soldadura, pero fue suficiente para dejar firme eso que estábamos tratando de sostener. Por un momento, creyendo que así funcionaba, soplé con habitual confianza y las esquirlas me pincharon la ilusión. Otra vez más a soldar y atornillar piecitas. Por culpa de mi atrevimiento ya nada será lo mismo. Había entonces que cambiarlo todo, organizar los agujeritos de soldadura, ponerse la máscara y soldar, asesino a sueldo soy, tapando y uniendo y pegando. ¿Para que lo hago?, pensé, si igualmente se desmorona, si sé que me voy y alguien me sopla las ganas que vuelan como hojas de sauce llorón. Sin embargo me doy cuenta que no puedo parar, que no quiero, que es más real repetirlas vagas ilusiones fatídicas. Parar, repetir, soldar y volver a soplar, pensé, suavecito para que resista a pesar del fuerte viento que también sopla y también se repite, abyecto, las inefables horas que en esto ocupo. En vano me atrapa y durante hermosos instantes soplo, y espero hacer botellas. Solamente resta enmarañar esos hilos metálicos, vitrofusionando un diseño mágico, que enaltece el alma.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario