En torno


Ojeó la revista.  Se escuchaba el torno, y algún grito cada tanto tras la puerta. Imaginó que se trataría de un caso especial, más doloroso, distinto a su revisación de julio. Latía, intermitente, el dolor en su muela, amenazándolo. Las fotos de famosos no lograban distraerlo, y los gritos, más fuertes, lo hicieron  resoplar, ahogado, en la sala de espera. Por un momento, llamó la atención de la chica ubicada tras el helecho que surgía sobre el revistero. Se asomó entre las hojas y lo miró boquear hasta que se detuvo y ella volvió a acomodarse. Él, que no ignoró la cabeza de la mujer apareciendo entre las ramas, le devolvió la mirada y se sintió invitado a hablarle acerca de los gritos contiguos ¿Será para tanto? Pero un silencio grave siguió a su comentario, y la chica permaneció con los ojos fijos en su revista. Como respuesta, el silencio fue roto por un alarido de dolor que hizo a la chica levantar, al fin, la vista hacia la puerta cerrada. También ella se vio obligada a abandonar la lectura y dedicarse a sus nervios ¿Era posible que dentro del cubículo se encontrase un carnicero maniobrando su sierra en la boca de un inocente? Él se  incorporó, nervioso, sintiendo que su cara y su cuello se empapaban en sudor frío.  Debe ser algo grave, dijo la chica sin mirarlo. Él la miró, mientras buscaba un pañuelo. Sí, le contestó, secándose la cara sin dejar de mirar. La escena llevaba ya un rato. Ninguno de los dos lograba recordar quién había entrado antes que ellos, y a juzgar por los alaridos bien podría tratarse de un hombre mayor o de una chica, la fuente sonora era indefinida. Una muela del juicio, o algo así, volvió a hablar la chica, siempre sin mirarlo. Hubo un ruido fuerte, como de algo voluminoso que caía y después se abrió la puerta. La chica lo miró. Sigue usted.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario