A la siesta


El viejo de la cicatriz pasa los sábados, a la siesta. Si llueve no pasa y si está fresco se acerca a arrancar pezuñas de vaca. Hace mates y boludeces así con las pezuñas, me contaron. Todos saben que es él, pero nadie le dice nada. No sé por qué. Es un carroñero. Siempre es culpable de todos los actos vandálicos del pueblo. Pero la verdad es que no se lo ve seguido, solo algunos sábados cada tanto.  Por eso es que se ha convertido en un mito. Mis hijos dicen que es una especie de brujo o espectro. Se lo contaron en la escuela. Cuando yo era chico estaba la historia del chamán. El viejo lucía prácticamente igual. Un tipo flaco y alto, con mechas amarillentas apareciéndole por debajo de la gorra. Siempre con la misma rama para caminar, por ahí algún perro al lado. Y esa cicatriz que le cruzaba la cara.

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